Transcripción
LIII
Quién clama las once no son doce! Como si las hubiesen pujado, se afrontan de dos en dos las once veces. Cabezazo brutal. Asoman las coronas a oír, pero sin traspasar los eternos trescientos sesenta grados, asoman y exploran en balde, dónde ambas manos ocultan el otro puente que les nace entre veras y litúrgicas bromas. Vuelve la frontera a probar las dos piedras que no alcanzan a ocupar una misma posada a un mismo tiempo. La frontera, la ambulante batuta, que sigue inmutable, igual, sólo más ella a cada esguince en alto. Veis lo que es sin poder ser negado, veis lo que tenemos que aguantar, mal que nos pese. ¡Cuánto se aceita en codos que llegan hasta la boca!
Gracias por escuchar Alter Lingua.