Embárcame en búsquedas de asaz murria monstruosa, levántate, brota desde mí, eriza vela a estribor, vela a babor, píntame sin rumbo eterno del dulce pavor austero y, antes de zarpar, brindemos por más noches de tormento. Para qué precisar de lagunas de tranquilidad indomables, si nos abandonarán en desconocidos mares. Olvídalas, a ellas náufragas desampáralas. Ay, vasta barca nuestra de modestia adornada, espera el mío sueño de tedio mortal, entonces, y solo entonces, húndeme en aquellas sales insípidas, y solo despiértame bañado de oscura profundidad. Una vez en el fondo del mar, donde residen mis secas pálpebras, rogaré con el pecho un fin contento; por favor, a mí no, no me hagas esperar.
Pablo Alejos Flores

Cuando la avistas a la vuelta de la esquina, pero nunca se acerca, solo observa.