Microcuento
En un país donde votan por los labios más hermosos, se aventuró a ganar el título de excelentísimo un señor silencioso. ¡Dichoso pueblo bendecido, al fin los gobernaría alguien digno!… Amigos, la espera fue larga, pero, desde ya, les aseguro que todo volverá a la calma.
En efecto, no puede hablar, en el debate rebatió con las manos y no se dejó tumbar, ¡sus rivales políticos incluso recitaron como benditos santos! Muy difícil la tenía; aun así, logró ser la sorpresa del día.
La ahora voz del pueblo parecía ser nuestro líder más ejemplar, ¡ya nos tocaba tener a alguien que nos escuchara!… Lástima que a la semana se sentó, se tapó las orejas, selló los labios y se lavó las manos antes de condenarnos. Y la mayoría no se quedó de brazos cruzados… ¡Nunca!… Como de costumbre, levantó la mirada, extendió los brazos hasta más no poder, cruzó los pies y esperó el atardecer…
Pablo Alejos Flores
Este es un microcuento, o poema en prosa —clasificar no se me da tan bien en algunos casos— que escribí hace poco por todo lo que está pasando en muchos países de Sudamérica, especialmente el mío, Perú. La verdad nunca es clara, escribí en base a lo que conozco y noto. Esta no es una crítica a nadie en especial, sino a todos en general —al ahora famoso y siempre aclamado pueblo. Tampoco busco fomentar el odio hacia ninguna persona muda. La crítica sí va hacia quienes buscamos ser cautivados por la labia de los políticos; las palabras se disfrazan.
Rodulfo estaba confuso,
Y entre sí estaba diciendo:
—¡Quien se fía en las palabras
De señores no es muy cuerdo!
Anónimo (1822). Título: Romances, en Rodulfo y Casandra. Pliego suelto [Romancero general]. Publicación: Agustín Durán, Rivadeneira (Madrid), 1851.
Conpedepatria 